Avanzar hacia la libre circulación de personas

Todos deberían tener uno como este... Foto: Asurnipal / Wikimedia Commons / CC-BY-SA 4.0int

(Pierre-Yves Le Borgn’ y 20 firmantes) – Los presidentes de asociaciones, parlamentarios, ciudadanos y activistas de la causa europea, compartimos una vida construida en varios países de la Unión Europea. La libre circulación de personas, la libertad de establecimiento en otro país de la UE que el nuestro, es nuestra experiencia, es nuestra historia. Para estudiar, trabajar y jubilarse, dejamos un país para instalarnos en otro. Algunos de nosotros también hemos nacido en un país distinto del Estado del que son nacionales. Nuestras familias son plurinacionales, nuestros hijos y nuestros nietos a menudo tienen una doble o triple nacionalidad. Nuestros destinos personales están ligados a los progresos de la construcción europea. Europa es un espacio único para nosotros, un espacio de libertad y movilidad. Se trata de un gran logro.

En marzo, la pandemia del Covid-19 puso a Europa y a la economía en punto muerto. No sólo han cerrado las fronteras exteriores de la Unión Europea, sino también numerosas fronteras interiores. Podríamos haber imaginado que Europa sería fuerte gracias a la solidaridad de facto construida en sus 70 años de existencia, sin embargo, se ha demostrado que es débil. El repliegue nacional ha prevalecido, a menudo en el mayor de los desórdenes.  Migrantes europeos, hemos vivido una amarga experiencia s. Parejas que viven entre dos países han sido separadas. Niños que no han sido capaces de ver a uno de sus padres desde el cierre de las fronteras interiores. Lo mismo ocurre con padres de edad avanzada y adultos con alguna discapacidad, que se ven privados de la visita de sus familias establecidas en otro país. Estudiantes que no han podido regresar a sus hogares. Los trabajadores transfronterizos también han sufrido.

Todavía no existe una verdadera Europa de la salud, y hace falta que lo sea. Pero hay una Europa de la movilidad que no debe sacrificarse. Sin embargo, si la libre circulación de mercancías se ha reanudado después de la fase más grave de la pandemia, no ocurre lo mismo con la libre circulación de personas. Las fronteras interiores permanecen cerradas y allí donde no lo estén, las restricciones de paso y los controles impuestos constituyen importantes obstáculos para la movilidad. Esta situación pone en cuestión el futuro del espacio Schengen, ya que se están desarrollando discusiones bilaterales entre los Estados miembros, con el grave riesgo de fragmentación del espacio europeo de movilidad. Es imprescindible que la Unión Europea reaccione. Después del Covi-19, la libre circulación de las personas no puede convertirse en el pariente pobre del proyecto europeo.

Instamos a la Comisión Europea, a los Estados miembros y al Parlamento Europeo a que garanticen que la restauración en su integridad del espacio Schengen sea una de las máximas prioridades de la Unión Europea. No es aceptable que, en su seno, los países — con la excusa de condiciones sanitarias diferentes — decidan a quienes aceptan y rechazan de facto. La libre circulación de personas no es solo una cuestión de flujo de turistas, sino, ante todo, de la realidad familiar más allá de las fronteras que conocemos, solo porque es nuestra. En nuestras asociaciones o en el marco de nuestros mandatos hemos ayudado a muchas personas en dificultades en los últimos meses debido a esta situación. Hemos podido, gracias a este contacto, en qué medida el repliegue nacional podía ser una fuente de injusticia.

Nuestra experiencia nos permite testificar. Debemos hacerlo incluso, ya que hay que actuar. Este es el objetivo de esta tribuna colectiva. Lo que está en juego no es anodino. En la Unión, hay más de 18 millones de europeos que viven en un país distinto del Estado del que son nacionales. El espacio Schengen tiene ahora 25 años. Es ciertamente imperfecto y requiere reformas, pero la libertad de circulación en la que se basa es el activo más importante y uno de los mayores logros de Europa. No dejemos a la pandemia, los temores y sin duda a ciertos debates políticos nacionales, ponerla en una situación difícil. Tras las cifras y las fronteras, más allá de los debates, hay millones de vidas y destinos. Esta realidad obliga a Europa. ¡Recuperemos rápidamente la plena y libre circulación de personas!

Firmantes:

Pierre-Yves Le Borgn’, Presidente de Los Europeos Throughout the World
François Barry Delongchamps, Presidente de la Union des Français de l’étranger
Viorel-Riceard Badea, Senador por los Rumanos en el extranjero y Presidente de la Comisión para las comunidades rumanas en el extranjero
Christian Bauwens, Presidente de la Unión francófona de Belgas en el extranjero
Eddy Bonne, Presidente de Vlamingden en de Wereld
Samantha Cazebonne, Diputada por los Franceses en la Península Ibérica y Mónaco
Laura Gavarini, Senadora por los Italianos en el extranjero
Alvaro Gil-Robles, ex Defensor del Pueblo español y ex Comisario de los Derechos humanos del Consejo de Europa
Carlos Alberto Gonçalves, Diputado por los Portugueses en Europa
Eelco Keij, Presidente de la Fundación para los Holandeses fuera de los Países Bajos
Nicholas Newman, Presidente de la Association for the Rights of Britons Abroad
Claudine Lepage, Presidenta de Français du Monde
Franklin Mamo, Presidente de Maltin fil-Belgiu
Michele Nicoletti, ex Presidente de la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa y profesor en la Universidad de Trento
Elina Pinto, Presidenta de la European Latvian Association
Paulo Pisco, Diputado por los Portugueses en Europa
Anna Rurka, Presidenta de la Conferencia de las organizaciones internacionales no gubernamentales del Consejo de Europa
Louise Svandberg, Presidenta de Swedes Worldwide
Tony Venables, Fundador de la ECIT-Foundation for European Citizenship
Richard Yung, Senador por los Franceses en el extranjero